El pasado mes de Marzo tuvo lugar la semana mundial del glaucoma (del 6 al 12 de marzo).
El glaucoma se define como una enfermedad del nervio óptico irreversible que puede deberse a varias causas y cuyo factor de riesgo mas importante es la presión intraocular elevada (PIO). La importancia de esta enfermedad se pone de manifiesto en cuanto supone la segunda causa de ceguera en los países desarrollados.
Presión intraocular (PIO) la presión normal del ojo es de 10 a 21 mmHG. Varía a lo largo del día, debido a ritmos hormonales.
Hablamos de glaucoma cuando constatamos que el nervio óptico está afectado (éste actúa como conductor de la información desde el ojo hasta el cerebro). Y hablamos de hipertensión ocular cuando únicamente la PIO está elevada. La PIO está determinada por la velocidad de producción del humor acuoso (líquido responsable del tono ocular), y por la resistencia y dificultad en su drenaje. Los factores que propician la PIO elevada suele relacionarse con un desequilibrio entre la producción y el drenaje del humor acuoso, siendo la mayoría de veces un defecto en la salida.
Hipertensión ocular: Cuando detectamos cifras de PIO por encima de la normalidad, no es sinónimo de glaucoma, pero si el principal factor de riesgo.
Diagnóstico
Dado que la mayoría de los pacientes afectados de glaucoma no suelen tener síntomas hasta entrar en fases avanzadas de la enfermedad y teniendo en cuenta la irreversibilidad de los daños entonces producidos, es de vital importancia diagnosticar la enfermedad en su fase más incipiente.
Por ello son fundamentales las visitas periódicas al oftalmólogo, más aún, cuando existe factores predisponentes: edad mayor de 40 años, antecedentes familiares, miopía, diabetes, hipertensión arterial o enfermedades cardiovasculares, entre otros.
Los afectados de glaucoma no suelen tener síntomas hasta entrar en fases avanzadas.
Tratamiento
La mayoría de tratamientos van encaminados a aumentar el drenaje y en algunos casos a disminuir la producción de humor acuoso. Los pilares de tratamientos son tres, de menos a más invasivos:
· Tratamientos médico-farmacológicos (colirios hipotensores y en casos muy concretos comprimidos)
· Tratamiento láser de caracter ambulatorio. Hay tres modalidades, la iridotomía laser, la trabeculoplastía y la cilclofotocoagulación transescleral diodo.
· Tratamiento quirúrgico, siendo las dos técnicas más comunes la trabeculectomia y la escleretomía no perforante.