En España se calcula que existen alrededor de un millón de personas con baja visión, la mayoría de ellos, un 85%, mayores de 65 años cuya visión se ha ido deteriorando hasta ser incapaces de desenvolverse con normalidad en las tareas cotidianas.
La mitad de ellos padecen una degeneración macular asociada a la edad y el resto presentan diversas patologías como retinosis pigmentaria, cataratas no operables o retinopatía diabética, que no tienen más respuesta desde el punto de vista de la oftalmología.
Para dar respuesta a las necesidades que presentan estas personas, que debido al envejecimiento de la población irán en aumento, existen centros especializados en Baja Visión, con el objetivo de complementar las atenciones ofrecidas por los oftalmólogos y sacar el mayor rendimiento al resto visual, por lo que nunca se pretende conseguir mayor AV.
En los centros de Baja Visión se distribuye, informa y asesora sobre la tecnología existente para baja visión, apoyándose en un equipo interdisciplinario especializado en rehabilitación visual formado por optometristas, oftalmólogos y terapeutas.
Se realiza una evaluación del resto visual útil del paciente, a quien se le prescribe la ayuda técnica adecuada y se le entrena para su utilización. Posteriormente se les realiza un seguimiento periódico.
Se proporcionan ayudas ópticas -microscopios, sistemas telescópicos, lupas- y electroópticas, y también enseñan a los pacientes a mejorar el uso de la visión que conservan.
Un estudio realizado sobre 1.123 pacientes puso de manifiesto que, en un 89,05% de los casos, las técnicas empleadas suponen un beneficio para los afectados.